Entrevista a José Luis Vázquez Borau en el programa "El Espejo" del 10 de junio de 2020 en la Cope.
Carlos de Foucauld va a ser próximamente canonizado. Y desde luego merece la pena conocer su vida, que ha sido ejemplo para muchos. "Se queda huérfano, pierde la fe durante sus estudios y lleva una vida disoluta en una familia noble y con riquezas".
Lo cuenta José Luis Vázquez Burao en El Espejo, y también en el libro biográfico 'Charles de Foucauld: Encontrar a Dios en el desierto'. El escritor relata la historia de este próximo santo: "Hace la carrera militar, es despedido del ejército para después volver y se convierte en un ejemplo de capitán militar. Después pide poder viajar e ir a explorar Marruecos, un lugar donde todavía los europeos no habían entrado. Disfrazado de judío en este país, publica sus descubrimientos y gana la medalla de geografía francesa".
Es aquí, en mitad de su vida aventurera donde Dios empieza a llmarle: "El islam empieza a tocarle el corazón. A partir de ahí, ve que los habitantes de esta región rezan y esto le lleva a que cuando vuelve a Francia comienza una búsqueda. Su familia es cristiana y él le pide a Dios que 'si existes haz que te conozca'". Por eso "busca un
profesor de religión, alguien que le enseñe. Y va a ver a un sacerdote amigo de la familia. Este le dice que pida perdón por su pasado, se confiesa y le da la comunión". Es en ese momento cuando empieza a vivir con un lema: "Desde que sé que existes, no puedo vivir por otra cosa que para ti".
Acaba trabajando como "jardinero de las monjas clarisas, donde hace sus escritos espirituales". viaja a Nazaret y a Siria donde encuentra una gran verdad: volver a los inicios del cristianismo. En el convento, las hermanas "le invitan al sacerdocio. Vuelve a Francia se ordena sacerdote y quiere ir a Marruecos ,pero como no puede, viaja a Argelia".
A Carlos de Foucauld le caracteriza "una unión íntima con Jesús, tiempo de silencio contemplativo que le hacía preguntarse ¿qué haría Jesús en su lugar? Una vuelta personal, social y eclesialmente a Nazaret. Valorar lo sencillo y pequeño, la solidaridad, la vuelta a la naturaleza, valorar la bondad... Vivir en comunión con los últimos de la tierra. Ir a un sitio donde no hay presencia e ir desbrozando el terreno para luego cosechar el Evangelio".