Mons. Francisco Cerrro: Reconozco que desde el Seminario de Cáceres, que leí la vida del P. Foucauld, quedé impresionado.
Carta Pastoral publicada en www.agenciasic.es
Reconozco que desde el Seminario de Cáceres, que leí la vida del P. Foucauld,quedé impresionado. La biografía espiritual escrita por Jean François Six me hizo mucho bien y descubrí una vida sacerdotal de pobreza, de humildad,de buscar el último puesto, de no brillar. Como San Francisco de Asís, que solo se quedó en diácono porque no se sentía digno de ser sacerdote, también este francés buscador incansable de la voluntad de Dios no se abrió al sacerdocio por humildad hasta que una contemplativa clarisa de Jerusalén le indicó que Jesús, ya nacido pobre en Belén y oculto en Nazaret, ya era sacerdote.El sacerdocio no tiene nada que ver con dignidades humanas, sino con la entrega como la Eucaristía, pan partido y sangre derramada y con la kenosis,el abajamiento del amor. La grandeza sacerdotal está en ponerse y vivir de rodillas ante los empobrecidos.
Sacerdote es el que se identifica con Cristo, Buen Pastor, y entrega su vida por amor, en humildad y confianza.
Tres años vivió en Tierra Santa, y por último se lanzó a África a vivir entre los pobres, con los Tuaregs. Se siente llamado a evangelizar desde la bondad, desde hacerse amigo de los hombres, desde vivir como ellos y con ellos. Foucauld no fue contrincante que busca el poder, el tener, el éxito, sino el hombre profundamente de Dios que trabajó incansablemente por evangelizar incluso con experiencia de aparente fracaso. Poco antes de morir dejó escrito: “Creo que voy a morir ya pronto y no he convertido a nadie”. Fue como el grano de trigo que cae en tierra y el fruto él no lo vio, pero se dio sin lugar a dudas, si no que se lo pregunten a su inmensa familia de hombres y mujeres consagrados, sacerdotes y laicos que han seguido al Señor a través de su profundo carisma de evangelizar desde signos pobres y desde los lugares donde evangelizar se hace a veces heroico. En todas las fronteras y en todos los rincones de la tierra quiso llevar a Jesús este aventurero a lo divino con signos humanos pobres Él nos enseña a “no tirar la toalla” y es un referente para salir a evangelizar, una Iglesia en salida, como nos está repitiendo nuestro XIV Sínodo Diocesano. Este hombre unió en una síntesis armoniosa fe y vida, contemplación y lucha por los pobres.
Al final de su vida, una de las más evangélicas de todos los siglos dejó escrito que su vida había sido vivida como un “viajero en la noche” y olvidado “como la aceituna que ha quedado olvidada después que el olivo ha sido cogida la aceituna”. Su vida, llena de santidad desde la pobreza, y el olvido de sí.
Una persona que no deja indiferente a nadie y que muestra con la perenne
sabiduría del Evangelio el camino que tiene que recorrer la Iglesia para ser fiel a Jesús de Nazaret.
+ Francisco Cerro Chaves
Obiso de Coria-Cáceres
Obiso de Coria-Cáceres
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