Presentación del libro publicado el 23 de marzo de 2017 en www.periodistadigital.com sobre la historia de la Comunidad Horeb.
Una hermosa aventura:
Carlos de Foucauld y la Comunidad Horeb
J. L. Vázquez Borau, en Universa Terra
La historia de los 40 años de vida de esta asociación privada de fieles
(Universa Terra Ediciones).- La Comunidad Ecuménica Horeb Carlos de Foucauld se inició en el Poblado de San Francisco (Huercal-Overa), Almería, el año 1978 y el 19 de junio de 2014 fue constituida canónicamente por el Cardenal de Barcelona, Luis Martínez Sistach, como Asociación privada de fieles.
Se recoge en este libro la historia de la Comunidad, reflejando la biografía de quiénes la inspiraron, teniendo como base la figura del beato Carlos de Foucauld, tales como Estanislao de Llopart, Teresa de Lisieux y el hermano Roger de Taizé, así como la Regla de Vida que inspira a sus miembros.
José Luis Vázquez Borau, es miembro de la Familia Evangélica Carlos de Foucauld, y fundador y moderador de la Comunidad Ecuménica Horeb-Carlos de Foucauld desde 1978.
Vázquez Borau ha compaginado este quehacer con la docencia y la escritura, llegando a publicar más de cien libros sobre una amplia temática de espiritualidad, antropología y religión. Es miembro de diferentes organizaciones, como la "Red Internacional para el estudio de las sectas".
Ha recibido diferentes menciones y premios, entre ellos el Premio Emmanuel Mounier de 2000, el Premio Betania Escritor del Año 2006 y el Primer Premio del Concurso de Literatura V Centenario de Santa Teresa de Jesús del Congreso Interuniversitario "Santa Teresa de Jesús Maestra de Vida", Ávila, del 1 al 3 de agosto de 2015.
Presentación (por J. L. Vázquez Borau)
Corría el año 1962, teniendo entonces dieciséis años, cuando Pedro Vilaplana Puntí, que más tarde fundó la Comunidad de Jesús, Carlos de Foucauld, me regaló un libro que ha marcado para siempre mi vida. Este libro era el Itinerario Espiritual de Carlos de Foucauld, de Jean François Six, publicado por la Editorial Herder.
Cinco años más tarde (1967), en plena juventud y ya concluido el Concilio Vaticano II, conocí, gracias a un amigo, al ermitaño de Montserrat, el benedictino Estanislao Llopart. Su ermita, La Santa Cruz, estaba situada en la montaña por encima del monasterio. El impacto que me causó el ermitaño fue extraordinario. Era un hombre hecho bondad, que a partir de aquel momento se convirtió durante unos años en mi padre espiritual.
Para que se entienda lo que quiero decir, pasado un tiempo largo de nuestra relación, un día le dije al ermitaño que al principio de conocerlo me surgían unas ganas inmensas de abofetearlo, pues su presencia bondadosa y sencilla me desataba mis demonios. Su respuesta fue decirme: "¿Por qué no lo hiciste?".
Como se puede comprender la figura de Carlos de Foucauld me quedó matizada por la figura del padre Estanislao, el ermitaño de Montserrat.
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