La experiencia de la Comunidad Ecuménica Horeb–Carlos de Foucauld
Publicado en el nº 2.887 de Vida Nueva. Del 22 al 28 de marzo de 2014.La espiritualidad del desierto hoy (PDF), Pliego íntegro solo para suscriptores
JOSÉ LUIS VÁZQUEZ BORAU, teólogo y escritor
Existe una fuerza única inicial y creadora que unifica a las personas,
la naturaleza y al arte, que es impulso y comunión. Una de las
características de este portentoso Occidente del bienestar radica en lo
aislado que vive el ser humano, convertido en mera criatura mortal, sin
más dimensiones que la temporal, que le hacen perder la trascendencia:
el alud de noticias, la televisión, etc. ahogan la intimidad y la
originalidad al masificarlo todo.
Es por esto que, hoy más que nunca, la persona necesita ir al desierto, es decir, “hacer silencio en su interior”, para descubrir la tremenda paradoja de que, en esta “soledad callada”, se encuentra una Presencia-Comunión, que genera una maravillosa fertilidad, fruto del impulso creador del Amor.
(…)
Un viaje interior con Dios
Y, ¿cómo se realiza este viaje interior hacia las profundidades del ser?
El camino de descenso a las profundidades de nuestro ser y salida al
encuentro de nuestros hermanos es cíclico y, a la vez, progresivo, hasta
que veamos a Dios ‘cara a cara’. Por esto no hay auténtica mística sin
ética, ni ética verdadera sin mística, ni verdadera religión sin mística
ni ética. Y todo esto lo vive la persona santa en el aquí y ahora del
presente de Dios.
En la conciencia de Israel, subir al monte Sinaí, también llamado
Horeb, fue un suceso incluso mayor que la creación del mundo. Moisés
sube al monte en el que Dios le ha dado cita, para conversar en soledad
como amigos y recibir una fuerza prodigiosa que es la vocación divina.
Orar es ponerse en comunión con Dios, para estar en su presencia, que nos penetra y rodea como el aire que respiramos. “Es pensar en Dios amándolo”, como decía Carlos de Foucauld; es, en definitiva, en palabras de santa Teresa de Ávila, “un trato de amistad a solas con quien sabemos que nos ama”.
Esta relación puede crecer y desarrollarse desde las tentativas más
incipientes hasta la intimidad más profunda, vivida en la oración
continua del auténtico peregrino. En la aventura de la vida, no todos
vamos por el mismo camino, pero todos estamos llamados a realizar el
mismo viaje. Y, tarde o temprano, si no nos detenemos, encontraremos los
mismos obstáculos.
Nuestro Guía sabe lo que más nos conviene cuando el camino se vuelve oscuro y penoso, pues este viaje lo emprendemos en la fe y no en la visión.
Carlos de Foucauld, y los que más tarde emprenderán la ruta tras sus
huellas, pretenden escuchar la “brisa ligera de Dios” ocultos en el
corazón del mundo.
(…)
La Comunidad Ecuménica Horeb
La Comunidad Ecuménica Horeb–Carlos de Foucauld es una unión espiritual de personas
que –ya vivan solas o casadas, sean religiosos o religiosas, sacerdotes
u obispos–, a lo largo y ancho del mundo, bajo el espíritu del
Directorio de Carlos de Foucauld, hacen el compromiso
ecuménico de pedir todos los días “por las Iglesias, las religiones y
las naciones del mundo entero, para que se dejen llevar por el Espíritu
que animaba a Jesús de Nazaret, el Cristo”.
Hoy, gracias a Internet, esta comunión y amistad espiritual entre sus
miembros se puede expresar más fácilmente gracias a las noticias y
comunicaciones, que se envían frecuentemente, a un Boletín Ecuménico que
se hace todos los meses y a la oración diaria por todos sus miembros,
la Familia Espiritual Carlos de Foucauld, la Iglesia y el Papa.
La palabra Horeb o Sinaí sugiere la palabra “desierto”, lugar de la prueba y de la Alianza entre Dios y su pueblo: lugar donde se descubre la propia vocación y se recibe el propio mandato.
La Comunidad como lugar físico de “acogida y oración” se inició en
1978 en el Poblado de San Francisco de Huercal-Overa (Almería) y
funcionó hasta 1982, que tuvo que ser disuelta por diversas
circunstancias.
A partir de la Pascua de 2006, se ha establecido la Comunidad
Ecuménica Horeb–Carlos de Foucauld con los hermanos y hermanas del
inicio y otros nuevos que se han ido incorporando de Argentina,
Colombia, Costa Rica, Cuba, Chile, El Salvador, Perú y España; no ya
como lugar físico, sino como una ayuda y compromiso espiritual para
quienes acentúan de un modo especial la dimensión del “desierto”, es
decir, la soledad, la oración, la acogida, el discernimiento espiritual y
el estudio, en su propio Nazaret y para la extensión del Reino de Dios; la intercesión ecuménica y el compromiso con la justicia.
Pliego completo de Vida Nueva:
http://www.carlosdefoucauld.org/Familia/Otros/Pliego-VN.pdf
Pliego completo de Vida Nueva:
http://www.carlosdefoucauld.org/Familia/Otros/Pliego-VN.pdf